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La liposucción es una técnica quirúrgica de remodelación corporal que permite eliminar de forma definitiva ciertos acúmulos grasos que la dieta o el ejercicio físico no pueden resolver. Sin embargo, no se trata de una cirugía para perder peso sino para estilizar o contornear el cuerpo. Esto hace que la liposucción no sustituya en ningún caso al ejercicio o la dieta, sino que los complementa y potencia sus resultados. De hecho, tras una cirugía de liposucción es necesario establecer un plan de hábitos saludables para mantener o mejorar el resultado conseguido con la cirugía.

 

Existen determinadas localizaciones corporales donde los acúmulos grasos no están en relación directa con el índice de masa corporal (IMC) y, por tanto, no responden a la pérdida de peso mediante dietas y ejercicio. Del mismo modo, estos acúmulos tampoco responden a ningún tratamiento no quirúrgico de medicina estética. Este es el caso de las caderas (cartucheras) en las mujeres y la cintura (flancos) tanto en mujeres como en hombres. Estos acúmulos grasos que llamamos lipodistrofia, pueden tener un componente hereditario e incluso estar presentes en pacientes muy delgados. La liposucción es la única técnica eficaz y segura para corregir de una forma definitiva estos depósitos grasos y restablecer la armonía corporal. Otras zonas frecuentemente tratadas con liposucción son el abdomen, la espalda, los muslos, las rodillas o los tobillos. Además, en ocasiones no es suficiente con eliminar grasa sino que también puede ser necesario rellenar determinadas zonas con déficit de volumen para mejorar el contorno corporal, lo que se conoce como lipoescultura o lipoestructura. En estas situaciones combinamos técnicas de liposucción con técnicas de lipofilling para, por ejemplo, reducir la grasa de la cintura y las cartucheras, y a la vez transferir esa grasa extraída a los glúteos para aumentar su volumen. De este modo conseguimos equilibrar las proporciones corporales y generar un contorno uniforme desde la cintura hasta los muslos.

 

La cirugía de liposucción se realiza mediante el uso de cánulas de aspiración de distintos tamaños y formas que se introducen a través de pequeñas incisiones en la piel que no generan cicatrices visibles. Estas cánulas van conectadas a un sistema de aspiración dotado de un manómetro que permite controlar y ajustar la presión de aspiración. El resultado definitivo de la liposucción no se alcanza hasta pasados al menos 3 meses desde la cirugía. La piel debe readaptarse al nuevo contorno y este proceso dura varias semanas incluso meses. La readaptación de la piel es un proceso clave en la cirugía de liposucción, y depende de la firmeza y elasticidad de la piel. Por tanto, no todos los pacientes son buenos candidatos para someterse a una cirugía de liposucción. Es fundamental valorar la calidad de la piel en la primera consulta preoperatoria y seleccionar bien a los pacientes para que el resultado sea el deseado. En pacientes con flacidez cutánea será necesario asociar otros tratamientos. Creemos, además, que el seguimiento postoperatorio es un elemento clave para alcanzar un buen resultado y acelerar la recuperación en cualquier tipo de cirugía. En la cirugía de liposucción, el postoperatorio es todavía, si cabe, más importante. El control postoperatorio de nuestros pacientes es estricto y cuidadoso, aplicando técnicas de presoterapia y masajes de drenaje linfático e instruyendo acerca de la hidratación cutánea y la reanudación de la actividad física.

 

La liposucción es una de las cirugías más demandadas hoy en día y además considerada, tanto por pacientes como incluso por algunos cirujanos, como una cirugía sencilla. Nada más lejos de la realidad. De ahí que muchos médicos sin la titulación oficial de Cirugía Plástica Estética y Reparadora se hayan animado en los últimos tiempos a practicar este tipo de intervención con resultados, en algunos casos, fatales. Además, hoy en día no existe ningún tratamiento no invasivo (sin cirugía) que permita alcanzar los resultados de una liposucción avanzada.